La historia de éxito del pueblo de Polenköy comenzó hace 40 años en la provincia turca de Denizli, en Çivril, que también se llama el “Çivril Verde”. El paisaje se caracteriza por tener cascadas susurrantes, bosques de robles en las partes altas, viñedos y una flora diversa.
Comenzó con una abeja reina que dejó su nido con un puñado de abejas obreras para proclamar su propio reino en un nogal en el patio trasero de una casa. Con el tiempo, el puñado de abejas se convirtió en miles, más tarde en cientos de miles de abejas. Aumentaron rápidamente. En pocas décadas, a partir de una colmena llegaron a formarse decenas de miles de colmenas con abejas trabajadoras. Comenzaron a volar sobre los campos y así a veces entraron en contacto con las coloridas flores de las llanuras, a veces con las plantas de las tierras altas y a veces con las que están al pie de las montañas. Al volar de flor en flor las abejas usaban el polen que se adhería a sus patitas para producir la saludable miel que todos disfrutamos. Pero ese no era el único producto natural que nos ofrecían. De las vides de los viñedos se hace jarabe de uva, y de las semillas de sésamo que se cosechan en los campos se hace tahini. A veces, las abejas polinizaban fresas, otras veces moras, cerezas, higos, albaricoques y membrillos, gracias a lo cual podemos hacer diversos tipos de mermeladas. Las abejas eran incansables. Se posaban en olivos, a los que debemos las aceitunas encurtidas y el aceite de oliva de color dorado, ambos integrantes de todos los desayunos de la región. Quién sabe qué plantas seguirán polinizando y qué placeres naturales seguirán dándonos. Lo que es seguro es que han llevado comida sabrosa y saludable a miles y miles de mesas.

Millones de plantas fueron polinizadas con el polen de las flores. Las flores se convirtieron en alimentos. Estos alimentos, por otro lado, en su estado más natural, se han convertido en una delicia indispensable en nuestras cocinas.

Miel, aceite, mermelada y jarabe, ¡disfrútelos!